Desde pequeña en mi
época y antepasados… jajajajja nos enseñaban que una mujer desde pequeña debía saber
limpiar la casa, lavar y cocinar. Porque eso hacía que un hombre te viera con
buenos ojos.
Es así como desde los
10 años la cocina tanto repostería como comida salada, fue mi programa de vida
para solventarme económicamente y de paso para cuando tenga mi hogar.
Las fiestas de fin de
año mi madre me hacía hacer las comidas más complicadas: conejo a la cazadora,
para rellena, arrollados, salsa blanca, todo tipo de salsas y comidas gourmet.
Es así como poco a poco fui incursionando eventos, en donde hacía los bocaditos
de entrada, las masas finas de acompañamiento en las mesas dulces, y muchísimas
cosas más.
También nos preparaban
para ser anfitrionas, en mi caso porque de parte de mi padre como franceses y
tener el mejor restaurante en ese momento de la Argentina, en donde venían
personalidades famosas internacionales, nacionales, artistas y todo ese
ambiente de la alta cuña o sociedad para algunos lugares.
Por lo tanto también,
debía aprender el hablar, sentarme, presentar los platos, servir, recibir y
despedir. Tenía que ser anfitriona con todas las letras.
Tuve luego en la
cocina del negocio de mi padre, en la parte cafetería también. La gastronomía,
el servicio y el metre, lo manejaba como anillo al dedo. Creo que ni las
mejores instituciones en el tema saben todo lo que sé desde la vida misma.
Sí, de la vida misma…
porque procedíamos de esa categoría de personas… etiquetas de la sociedad.
Pero todo lo aprendido
se te borra, cuando las mariposas llegan a tu estómago, o cuando comienzas a
volar en una nube de sueño, cuando no sabes ni cómo te llamas y estas frente a
esa persona, esa persona exacta, que solo deseas dormirte en sus brazos,
caminar a la par de él y mostrar a todos tus amigos, parientes que encontraste
al hombre perfecto.
Su uniforme te hacia
volar y pensar que era tu príncipe. Yo la cenicienta, que perdió el zapato.
Lo malo nunca entendía
sus chistes, pero eso no importaba todo lo demás era mucho más valioso que eso.
Vino la prueba, ese
fatal momento o digamos fatal cuando paso, pero en la previa era la ama de casa
que esperaba a su amado con la comida y lo veía feliz saboreando sus dedos,
porque el plato estaba genial, era súper inolvidable.
Bue… fue inolvidable y
para los dos.
7 dias en donde los
dos teníamos que ser caseros en la casa de sus padres, porque ellos se iban de
vacaciones.
El primer día, como teníamos
que ser caseros habías pedido trabajar medio turno en tu comisaria, así el
resto del día y noche los dos nos quedábamos a cuidar la casa.
Esa mañana me dije que
hago de comer, porque sería nuestra primer comida juntos y solos. Eras mi
príncipe que después de sus batallas, venía a la casa a descansar y yo como ama
de casa te esperaba con la comida hecha.
Abri la heladera y
había carne molida para hacer unas albóndigas. Si lo sé algo simple y común. En
donde estaría lo diferente. Bien veamos, las especias es importante, eso me
había enseñado mi madre. Lo genial de esto que tenía especias frescas porque
las juntaba del pequeño huerto que tenía su madre en la casa. así que súper con
esto gané puntos. si!
Mi padre decía que las
salsas, en las comidas simples le daba un toque francés y las convertía en
comidas gourmet. Pero la salsa no debía ser de tomates ya que eso era típico de
los estofados argentinos.
Es ahí cuando recordé
que mi madre en ese comentario nombraba la salsa madera, es la misma que se
hace con un fondo de cocción al sellar las carnes de cualquier tipo y luego se
condimentaba y en caso que hiciese falta se le ponía un poquito de fécula o harina
para espesar.
Bien, entonces ahí
vamos… Cuando se cocina algo así se debe acompañar con arroz blanco o con puré
o pasa hervidas cubeteadas. Así que me fui por el puré porque recordé que tu
madre decía que amabas el puré.
Listo!, la comida ya
estaba ahora era el momento de la mesa, para ese momento vos ya habías llegado.
El día se prestaba para comer afuera en el espacio que tenias en el patio bajo
ese techo que para mis ojos era una glorieta, así que vos al sentir el olor de
la comida, te ofreciste para armar la mesa.
Lo dejé en tus manos.
Comimos ahí, me
acuerdo de ese momento… Pero volvamos a la comida. Sirvo los platos. Lo llevo
al lugar, nos sentamos como 2 magnates a la mesa el Príncipe de un lado y la Cenicienta
del otro.
Tomamos los cubiertos
y cuando cortamos las albóndigas … por dentro estaban rojas…. Grgrgrgrgrgr
tanto saber, tantos eventos realizados y mi primer comida estaba cruda, no se
podía comer.
Me acuerdo que me puse
llorar, y me dijiste
- no hay problema, untamos la salsa y la mezclamos con el puré y listo. Después
comemos otra cosa si tenemos más hambre.
La peor frustración de
mi vida… era mi príncipe aunque él todavía no lo sabía y él era cliente de
nuestros negocios, sabía que yo la cocina la manejaba bien; pero acá a solas se
me olvidó todo. Era la niña de 10 años que recién aprendía a cocinar.
Pero lo mismo entre
sonrisas sin una palabra, te comiste la albóndiga también y solo me dijiste:
- La próxima comida
estará mejor.
Todo un caballero,
todo un príncipe, no me quisiste hacer sentir mal y te lo comiste igual.
Después de 20 años los
dos cuando nos encontramos, recordamos ese momento, Obvio hoy ya no me pasa lo
mismo, a pesar de que las mariposas en el estómago siguen apareciendo cuando lo
veo. Hoy aprendí a manejar las emociones cosa que no te enseñan para ser una
buena anfitriona y ama de casa; ya que eso solo se aprende personalmente.
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