La Luz

 


Hacia poco tiempo que habías terminado con tu novia, estabas destruido y yo era tu confidente.

 Me contaste todo, lo que habías vivido con ella, y me repetías siempre que hablar y estar con migo sentías paz.

 Pasaste muchas impericias en ese noviazgo, no sé si existió o no el embrujo como muchos lo vaticinaron. Solo recuerdo que de ese amor estabas quedándote paralítico, postrado.

 Tus piernas no te resistían tu columna se quebraba en pedazos, los médicos no comprendían que te pasaba, no el psiquiatra encontraba la cura.

 Pasaste por muchas manos sanadoras, por lo menos eso decían; pero ninguno lograba vencer ese final que ya se avecina.

 Todavía no éramos nada, simplemente amigos de confidencias y hermanos de dos personas que se amaban.

 Un sábado viniste a casa, porque tenías que hacer guardia en la central, esa noche descansaste en casa. Te preparamos la habitación que utilizaba tu hermano en la semana para ir a la facultad. Me acuerdo que te costaba caminar, pero tenías que presentarte al trabajo al día siguiente obligatoriamente.

 Charlamos muchos, cenaste en la mesa de mi familia- mi madre, padre, hermana y mi hijo mayor – después te ayudé a llegar a tu cama.

 Allí te acostaste, hablamos un poco más y me fui a mi habitación al lado de la tuya. deje la puerta abierta por si necesitabas algo.

 Mientras todos dormían, comenzaste a hablar dormido, te escuchaba desde mi dormitorio, mi madre también te escuchaba.

 Vino a mi dormitorio y me dijo

 - Monica, que le pasa  a Jorge que ciento que se queja de manera rara.

 - No lo sé ma. Pero creo que llegó mi noche de actuar. Anda a la cama y yo me ocupo de él.

El universo estaba ahí, mi madre que siempre fue muy controladora, no me dijo nada y en silencio se fue a su habitación en donde estaba mi padre y mi hermana durmiendo.

 Así que fui a tu habitación, y dejé la puerta abierta. Allí yo te hablaba al oído para calmarte y poder despertarte. Pero estabas en otro mundo. No me escuchabas. Te tomaba de la mano, de la cabeza y no te dabas cuenta que estaba a tu lado.

 Fue el momento en donde el universo me puso a prueba, para ver si todo lo que predicaba en la vida era real. 

 Comencé a orar. Inicié primero con oraciones tradicionales, las que te enseñan en la religión. Después de varios momentos, comenzaste a pedirme ayuda a los gritos. Querías salir de ahí en donde te encontrabas.  Y fue cuando mi oración cambió, las palabras ya no eran mías, eran del corazón, en una batalla estábamos los dos en ese momento. Tu fuerza física y mi fuerza interior se unieron a combatir al demonio que no te permitía vivir.

En un momento, te sientas en la cama con los abiertos, pero con la mirada fija en un punto, tuve que poner mi mano izquierda sobre tu cabeza, con mi mano derecha la palma hacia arriba, oré pidiendo…

Lo que dije es lo que mi corazón dictó en ese momento. Solo recuerdo de ese momento como que de mi pecho algo salió, y de tu cabeza también, pero fue tan fuerte que iluminamos la habitación y el pasillo.

 Luego de eso, me fui a mi cama, estaba sin fuerza y vos te quedaste durmiendo tranquilo, como dirían en la jerga de la calle “duerme como un angelito”.

 Al día siguiente nos levantamos todos y vos llegaste a la cocina solo, es más vos mismo nos decías que no sabía que había pasado, pero que sentías las piernas, que ya no te dolía la columna… todos nos sentimos felices, vino el móvil a buscarte y te fuiste a trabajar.

 Tomando mate con mi madre en la cocina, me preguntó que pasó…

 - Mónica, ¿qué hiciste anoche que Jorge se levantó sano?

- no losé ma… solo recuerdo que comencé como me enseñaron en la parroquia, pero en un momento dejé de ser yo siendo yo… era como que me veía sentada al lado de él pero a su vez me veía para al lado de él. La que hizo todo fue mi yo sentado, mientras la que estaba parada solo tenía que mirar y orar como le habían enseñado… fue algo raro, no sé cómo explicártelo.

Pero… ¿qué oíste vos y que viste ma?, porque más de lo que te dije no recuerdo.

 - Te vi cuando te fuiste a la otra habitación, pero desde mi cama te vi… luego cuando sentí que él te llamaba pidiendo ayuda, me quise levantar y no pude… era como que estaba atada a la cama, solo podía oírlos, pero no se entendía lo que pasaba. En un momento, todo se iluminó hasta mi pieza tuvo iluminación. y en un segundo no se escuchó más nada. Hasta yo me dormí que no sé en qué momento volviste a tu habitación.

 Desde ese momento, sentí que nuestros corazones, estaban unidos. Todo lo que sentías  yo lo sentía. La telepatía funcionaba en ambos. Hasta en la actualidad a pesar de estar cada uno en su lugar, sentimos  y nos comunicamos. Algunas veces esas comunicaciones se hacen real por teléfono o por un encuentro, y cuando nos encontramos hablamos de aquello que vivimos a la distancia y la causalidad, lo mismo en el mismo día y a la misma hora. Nuestras enfermedades se repiten y estamos a la distancia.

Creo que esta luz que nos unió esa noche, es lo que llaman muchos, alma gemela, llama gemela, pareja gemela, pero en uno mismo… por eso seguimos comunicados aunque no nos veamos.

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