La mascota y las plantas


Siempre he observado que cuando te pones de novia o novio o amigovio como le dicen hoy; lo primero que te regalan es una mascota – un perrito con moñito o en algunos casos una planta.

 Según la leyenda dice que cuando sabes cuidar una mascota o cuando tu planta no se muere, es justo el momento para armar tu pareja, porque ya aprendiste a cuidar de otro.

En mi caso me han regalado en diferentes momentos 2 perritos, la diferencia una fue mi hija y el otro fue uno de mis hijos. Creo que lo hicieron para que no me sienta sola, ya que vivo sola.

 Al perrito blanco, hermoso de mucho pelo, llevaba un cuidado extremo. Vacunas, corte de pelo  acorde y solo te comía una estilo de alimento balanceado, si querías darle otro no lo comía.

Pero yo sentía una sola cosa, que no me gustaba tenerlo encerrado, por lo tanto le abría la puerta del frente y lo dejaba salir. Mientras yo estaba barriendo la vereda, el jugaba con los niños de la casa de la esquina que tenía un hermoso jardín. Cuando sentía que tocaba el picaporte de la puerta, era instintivo que se venía nuevamente adentro con migo.

Fue pasando el tiempo, y fue tomando más confianza, ya no bastaba solo con el ruido del picaporte, ya lo tenía que ir a buscar y llamarlo

Luego comenzó ya ha irse más lejos a mitad de cuadra, y lo llamaba, me miraba y seguía en la suya, hasta que yo hacia unos pasos hacia él y entonces venía… pero el tiempo fue pasando y más confianza tomaba, solo me quedaba 2 opciones: encerrarlo y sacarlo con cadena o dejarlo en la calle y que vuelva cuando quiera.

La primera opción no la tomé porque siempre creí y creo en la libertad y más en un animal, por lo tanto fui por la segunda opción.

el se iba hasta el galpón de la vuelta, estaba un rato ahí y luego por la ventana me pedía de entrar.

Una tarde de mucho calor, me pidió de salir, tenía por costumbre que no hacia necesidades en casa, así que le abrí la puerta como siempre. Pero al ver que pasaban los minutos Salí a buscarlo. No lo encontré, lo busque por todos lados, puse su foto por las redes, en el estado del whatsapp, y nada de nada... así fue pasando el tiempo y me quede pensando que volvería, es más sentía ruido en el garaje y me levantaba pensando que era él que me llamaba para entrar y  mmmshaaaaaaaaaaaa nop, no había nada.

Unos meses más tarde me traen otro un perro marca perro, pero con pequeños detalles de salchicha, ya que su madre o padre no recuerdo quien era de esa raza. Me dije esta vez va a ser diferente: dormirá en una cucha en el patio, no me encariñaré con él para no sufrir y salía solo a la calle y nunca lo controlé.

Por lógica, él me terminó domesticando jajajaja, que bellos momentos que vivía con él. Salíamos hacer las compras y él saltando y ladrando a todo mi alrededor ida y vuelta. Si se nos cruzaba otro perro, ponía su lomo erizado, para que ninguno se me acercara, no le importaba que fuese grande o chico el contrincante, el tema era que yo era su manada creo que se dice así o jauría… yo era suya.

Tenía un detalle tampoco le temía a los vehículos al cruzar, muchísimas frenadas habían en el frente de casa.

Un medio día yo estaba cocinando y entre ellos su comida también  - no le gustaba la comida balanceada, tenía que la mía – cuando estaba sacando la comida de la hornalla, escucho un fuerte golpe y su grito… salí corriendo venía arrastrando su cabeza, la mitad del cuerpo hacia arriba o adelante no lo gobernaba y lloraba… hizo 20 metros pero él quería terminar en su hogar.

Lloraba hasta que oyó mi vos y mis caricias, lo calme no me despegué por 10 minutos de su lado y si  no me escuchaba hablarle, trataba de levantarse… el tema era que yo me retiraba porque estaba sufriendo a la par de él. Pero tuve que tomar un respiro y decirme, no lo debes dejar solo en este momento.

Salí de nuevo con coraje a donde estaba echado, lo acaricié y le dije

“ gracias por todo lo que me diste en estos años, te pido perdón si más de una vez te  he tratado mal, pero fue solo porque no sabía cómo hacerlo. Es momento que descanses, porque no te puedo curar y yo estaré siempre contigo en cada vídeo que tenemos juntos”

 Fueron unos segundo, hizo un suspiro y se marchó.

 Desde ese mismo momento me dije:

No estoy preparada para tener más pérdidas, en la vida he perdido muchas veces y es porque le tenía miedo a la soledad y por eso otros animales o personas, terminaron sufriendo.

En todo este tiempo de soledad, he aprendido a ver todo mi pasado, a sanar muchas heridas de pequeña, adolescentes y adulta. He aprendido a pedir perdón, a escuchar y a no tener miedo a decir “NO”

Creo que estos animalitos o plantas, llegan a nuestras manos que para aprender a cuidar a otros es aprender a cuidarnos nosotros mismo.

 Mis apegos, llevó a que ni bien el otro tuviese libertad, no volvía… el desapego me llevó aprender que a veces el otro te pide cosas y no le prestas atención porque estas en la tuya o por… no sé porque, pero el tema es que no estás para el otro.

Entonces el “cuídate que yo te cuidaré”, no es real. Solo cada una es responsable de su propio cuidado, el que se fue me enseñó a su vez que yo no era culpable, porque fue su decisión irse y debía aprender al desapego.

El que se quedó pero su partida fue violenta, tampoco yo era culpable. Porque sabía que no tenía miedo a nada, por lo tanto él tuvo el final que ya se veía.

Lo mejor de ellos lo tengo en el corazón y en la memoria, y es lo único que realmente puedo cuidar yo… esos recuerdos bellos que ambos me dejaron cuando pasaron por mi estación.

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