Nieve y el muñeco

 


En la provincia en donde vivo, ver caer nieve en la ciudad es raro, pasa cada 10 o más años. Pero en las Altas Cumbres es normal que en los inviernos nieve.

 Ese día fue justo el día en que la nieve llego a la ciudad. Recuerdo cuando los 4 sentados en el umbral de entrada decidimos ir a La Cumbre para estar más en contacto con la nieve y hacer el camping de invierno en el lugar.

 Preparamos los bolos con comida y varios termos de café. En un vehículo íbamos Tu hermano y su familia, vos y yo, en el otro vehículo tus padres y la pareja amiga nuestra.

 Ese viaje fue inolvidable, ahí me probaron de ver como manejaba; pero el objetivo era reírse de mí, ya que 15 días antes le había sacado la llave del auto de mi padre y me fui a dar una vuelta con una amiga… pero regresando, bue digamos como que el para golpe del lado del acompañante quedo doblado raspando la rueda… pero esto es para otro día, volvamos a la nieve.

 Como dije me hicieron manejar un pequeño tramo, pero sólo para reírse de mí y lo mejor de todo que se quedaron con las ganas y yo me la mejor piloto de carrera, fue tal el punto que recuerdo me dijiste

 - Monona, hagamos el cambio de conductor así llegamos sanos y salvos.

 Obvio la ruta de entonces no era la misma que hay hoy. En aquellas épocas era una ruta de doble mano y todo sinuoso rodeando las sierras, para llegar al lugar.

Bien después, de cantar, reír y pasar la prueba piloto del manejo, llegamos a destino.

 Abrimos los baúles de los coches y devoramos la comida, como si hiciese miles de días que no comíamos.

 Nosotros los jóvenes, después de comer, nos fuimos a escalar un poco las sierras cubiertas de nieve.

Jugamos a la guerrita las mujeres contras los hombres y los protectores eran las inmensas piedras del lugar.

Recuerdo que te trepaste a una de ellas, y desde arriba con tu amigo, nos bombardeaban a nosotras con bolas de nieve. Hasta que pudimos las dos, salir de ese lugar y para poder alcanzarnos, te creíste que eras mezcla del hombre biónico y Superman.

 Pegaste un salto tal desde arriba y luego volaste por los aires en donde terminaste rodando de la misma manera que una pelota jajajajajaja los raspones de tus manos fueron la prueba que no sirvieron para frenarte en la caída.

 Después armamos los muñecos de nieve en los capots del auto, para pegar el regreso a la ciudad. De los dos autos solo el nuestro llegó casi sano, el del otro auto había vestigio de que algo hubo.

 Lo más gracioso es que los vecinos de la cuadra, sabían que habíamos ido a las cumbres y nos esperaban. Se sacaban fotos con nuestro muñeco de nieve. Otra cosa solo los que tenían máquinas de fotos, porque en esa época tampoco existían los teléfonos móviles, fue los finales del 70 y comienzo de los 80.

Un lindo recuerdo, que me quedó,  de una de las tantas salidas, que viví con el padre de mi primer hijo.

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