Así nos conocimos

 


Vos venías de una separación y de un lugar lejano, yo también terminaba un amor de aquellos que se puede llamar alma gemela o llama gemela.

 Yo trabajaba en el bar comedor de mis padres, allí abríamos a las 5 de la mañana y cerrábamos a las 20hs de lunes a viernes.

Los clientes eran de diferentes procedencias; teníamos clientes de 2 empresas transporte de larga distancia, una empresa de telefonía, empleados de la casa de gobierno, médicos, enfermeros, universitarios, dirigentes de diferentes sindicatos, uf! sería larga la lista.

 Dentro de todos ellos te encontrabas vos. No te había tenido en cuenta hasta esa tarde en que me pediste una cerveza.

Te la lleve a la mesa en donde estabas sentado, sonreíste y no me acuerdo cual fue el chiste que dijiste, solo recuerdo que me dio gracia.

Diríamos que ambos estábamos coqueteando jajajaja. Yo sentada en la mesa principal del salón del negocio, el televisor porque había partidos del mundial del 94, y mi vieja tejiendo en el costado mío.

 Creo que lo que menos mirabas era el partido, que había en ese momento… guiñitos de ojos, caída de miradas, y el juego con un papel en tus manos.

 Pediste la cuenta pagaste y te levantaste de la mesa. Cruzaste al frente a la espera de tu colectivo, para llegar a la casa de tu hermana, en donde parabas. Voy a la mesa a levantar el vaso y las cosas que en ella había, y me habías dejado una flor hecha de papel. jajajajaja me reí tanto cuando la vi, por otro lado también me dio el suspiro de pensar que valía pena de seguir viva.


Mi vieja me preguntó

- Moni, ¿Por qué te reís?

- Mira ma!, hizo una flor con las servilletas de papel

- La próxima vez cobrale las servilletas que gasta para hacer flores.

 

Al día siguiente, al medio día en tu horario de almuerzo, viniste y esta vez acompañado con tu cuñado – Julio – jajajajaja era el que te hacía la pata para venir al medio día y a la salida del trabajo a la tarde.

 Almorzaron y para volver al trabajo tenían que subir por la calle Brasil, y por allí se encontraba la ventana de la cocina. Los medios días mi función en el negocio, era estar en la cocina con mi madre, entre las dos preparábamos todo, porque entre las 12hs y 15hs atendíamos a más de 300 personas, y debíamos estar preparadas.

Terminaron de comer y ambos pasaron la ventana, vos como quien… haciéndote el pavo o el chistoso, saludaste al pasar y yo como me gusta reír te respondí; pero por el solo hecho de ese coqueteo nada más.

 Ese mismo día a la tarde volviste, como siempre con tu cuñado a la salida del trabajo, y a tomar una cerveza, porque estábamos en época de calor y digamos que tu trabajo causaba esa sensación de hidratarse constantemente, y que realmente así lo tenían que hacer.

 Luego cruzaron a tomar el colectivo para a su casa, y vos te paraste detrás del árbol de la parada, para que nadie te viera y daba justo a la puerta de entrada del negocio, que a su vez yo sentada en la mesa principal se veía para todos lados, ya que era la esquina comercial de la zona.

 Una personita se transformó en un payaso, si!, un payaso, hacías caritas, muecas y todo lo que se te ocurriera, detrás de ese árbol, para llamar mi atención y para hacerme reír.

 Así comenzó esta historia, quien sería luego el padre de mis dos hijos menores.

Nuestra primera salida, fue a un café; me habías dejado un papelito bajo la taza del café que pediste, para encontrarnos. Yo me compre botitas cortas nuevas y el estar más de 12hs parada trabajando, tenía los pies que no podía ni pisar huevos porque me dolían.

 Salimos después de que cerramos el negocio, cuando me invitaste después del café a caminar, te puse mil y una excusa, es más tome un taxi en la Plaza San Martín, a pesar que para hacer el recorrido a mi casa debía dar la vuelta… el tema era que ya no podía caminar más, y me ayudaste a subir al taxi, porque no me podía sostener… que garrón!!! Debiste haber pensado, y de mi parte no te podes imaginar la vergüenza que sentía… Pero bueno, todo continuó hasta que nos juntamos a formar la familia.

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