Caso descubierto

 


Siempre nos comunicamos de corazón a corazón, por eso muchas veces me decías:

- ¿cómo sabes que me pasó  eso en el trabajo?

- No lo sé. Solo te puedo decir que te vi, como que yo estaba a tu lado. Digamos como que vos estabas en una película y yo era tu espectador.

Pero esa misma pregunta que tú me hacías de manera continua en nuestras conversaciones, me las hacía yo. Antes y después de la conversación. Hoy me la sigo haciendo, porque te sigo viendo y escuchando en diferentes momentos, en diferentes situaciones en las que te encuentras.

Tu trabajo es complicado, tengo presente todos los riesgos de vidas que has corrido y en algunos de ellos ambos la pasamos.

Recuerdo que una vez  en que estabas en un caso en donde debías pasar por linyera. Era un caso complicado, porque una niña de 15 años había sido asesinada. Tu misión era descubrir quien hizo semejante barbarie.

Ese fue uno de los tantos casos, que al mejor estilo de series de mafias traía consecuencias. Yo pasaba por tu lado y para mí debías ser un pordiosero más de la calle que pedía. En mi corazón en cada cruce de esos momentos, latía fuerte, quería abrazarte, besarte, tomarte de la mano; pero lo tenía prohibido.

Dormías frente a esa  escuela, en la vereda, justo al lado del contenedor. En un colchón sin cobertor. Tu barba rojiza dorada y la suciedad de las uñas en donde hacías que buscabas en los contenedores de basura.

Algunos chicos a su salida de la escuela se burlaban de vos, te llamaban el loco, el búho. Porque vos para llegar a tu objetivo, te hacías el loco y girabas en redondo cuando ellos se burlaban. Mientras esto sucedía, los jóvenes te tocaban para enfadarte más y así más loco te ponías.

Nuestro contacto solo era visual en esos momentos. Me sentaba en el banco de la plaza que esta frente a la escuela y desde allí, haciéndome la que tomaba aire en un espacio verde, nos mirábamos. Yo en ese momento ya estaba de 3 meses de nuestro hijo.

Me pedías por medio de tus compañeros de trabajo, que no valla; porque era peligroso y que ahí sí, te volverías loco si nos pasaba algo. el tema era que mi única manera de verte era de esa forma.

Después hasta la directora de la cooperadora de tu trabajo, me pidió que cuidara de nuestro hijo y entonces tomamos una medida. Todos los medios días, llevábamos  viandas de comida a todos los linyeras de esa zona. Obvio, yo supuestamente la ayudaba. Esa comida la preparábamos en el comedor de mis viejos. y era el momento más feliz que tenía. Porque te podía tocar disimuladamente, cuando te entregaba tu bandeja de comida y el pan. Mi cabeza en ese momento me decía por lo menos sabes que come bien y mi corazón, suspiraba porque no sabía cuándo todo esto terminaría.

Este proceso te llevo 4 meses, fueron largos los días y más largo en tu último mes  de trabajo en este caso, porque me habían marcado, así le dicen. Cuando los buscados señalan a alguien para tener en cuenta llegado el momento en que quemen las papas de su fechorías. Fue entonces, cuando tuve que desaparecer de entregar la comida y dedicarme exclusivamente a trabajar en el negocio de mis viejos. Perdimos todo contacto, por ahí sabía por dónde andabas, porque tus compañeros de trabajo me lo contaban. Pero yo tenía que desaparecer.

El caso termino, lograron lo que debían conseguir. Mi felicidad comenzó. Ahora todos los días volvías a estar a mi lado. Ahora de nuevo en tus horarios intermedios de guardia, solo venías y querías estar con nosotros. Con tu hijo – en mi panza-  y con migo.

La tranquilidad había vuelto, pero mi cabeza sabía que en cualquier momento tendrías otro caso por resolver y dependiendo de lo que fuese, otras ves te irías de misión. Era vivir como se dice normalmente, con el corazón en la boca, porque cada que sonaba el teléfono de casa, no llegue esa llamada diciendo que tenías que presentarte o cada vez que te ibas a la oficina a cumplir tus horas de trabajo, esperando el regreso o la llamada diciéndome:

- Moni… no vuelvo porque tengo que resolver un caso.

Así cortito tu mensaje, pero, yo ya sabía que esos casos podían terminar bien o quizás nunca más volver.

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