Siempre he leído y oído que los opuestos se tocan y me decía
- ¿Cómo puede ser que se toquen
si son opuestos?
En programación neurolingüística aprendemos
que para que uno exista debe estar el opuesto, si no, no podríamos discernir
uno u otro.
Como es costumbre mía autoanalizo
todo, porque soy consciente, que todo siempre es por algo y debo descubrir ese
algo.
Ese algo, es mí ahora, por lo
tanto ¿será el definitivo? , más que seguro que no, porque siempre hay algo
nuevo por descubrir.
Nombro las emociones, y es debido
a que una vez supe escribir algo relacionado a la muerte, y la persona con la
cual estaba saliendo en ese momento, se asustó. urgentemente me llamó por
teléfono.
Para realizar esa llamada, tuvo
que dejar a sus alumnos en el aula, ya que estaba en horario de clases- y
yo para recibir la llamada me tuve que
apartar de los empleados de la oficina que estaban a mi cargo en la empresa en
la que trabajaba.
Ring, ring, ring…
- Hola, ¿Qué pasa Ruben? ¿Por qué
me llamas? ¿te pasa algo?
- Hola Mony… ¿Qué te pasa a vos? ¿Por
qué escribiste que te moris?
- Pero Ruben, es un pensamiento
de muerte a una parte de mi historia, por eso relato todo como llego a ese
sentimiento.
- Mony, estás segura que vos
estas bien o me estas mintiendo.
- Ruben, ¿todavía no aprendiste
que cuando escribo es desde el corazón y porque he aprendido algo nuevo de esta
situación?...
- Pero Monica, yo no pienso en
esas estupideces, por lo tanto deseo saber ¿Qué te pasa, quieres morir?
- Hay Ruben se nota que sos
contador, debes estudiar mas literatura, para entender a los escritores y
poetas.
- Mony, estas loca, yo me salí
del aula, deje a los alumnos, pensando que te suicidarías.
Paso siguiente me corto y nunca
más lo ví. Nunca mas me llamó, y a veces pienso que no entendió el mensaje,
pero bueno, tampoco buscó entenderlo.
Los que escribimos, en nuestras
líneas encontramos el desahogo, y plasmamos esos recuerdos, sentimientos que
tuvimos en el pasado y que en el presente los revivimos, pero a sabiendas que
son del pasado, solo queremos recordarlos y plasmarlos.
Justo en ese momento que lo
plasmamos es cuando entramos a lo mas profundo de nuestro ser y comenzamos a
limpiar las heridas que tenemos. En otras veces añoramos las alegrías que
tenemos y que deseamos tenerla nuevamente, obvio, no es siempre con la misma
persona, porque lo que añoramos es esa felicidad que tuvimos en ese momento.
Por costumbre le ponemos nombre,
pero porque así nos enseñaron, a diferencia de los poetas y escritores, siempre
hablamos en sentido abstracto, sin cara y sin nombre; porque nos enfocamos a la
acción y no en el quien la realizó.
Cuando ponemos nombres, es porque
reconocemos que tenemos una herida por sanar con esa persona, y la nombramos,
recordando, lo momentos felices como aquellos tristes, para encontrar el
equilibrio justo de la balanza de nuestra vida y así poder comenzar de nuevo un
amanecer.
Es verdad, muchos de aquellos que
ingresan a esa parte oscura que todos lo tenemos, a veces se pierden en esa
oscuridad porque no saben como volver a la luz. Pero mayormente eso sucede
cuando todavía no se comprendió la pleamar y bajar mar de las emociones.
- ¿Debo estar siempre en pleamar?
- NO, porque estarías mintiendo.
- Entonces ¿debo evitar la baja
mar?
- NO, porque entonces no
aprenderías a nadar
La vida consta de saber nadar y
como pasar esas olas gigantescas cuando se producen por un huracán de emociones
incontrolables. Solo aprendiendo a nadar podrás salvarte y para ello lo mismo
que un profesional, debes aprender a respirar, luego a flotar y por último ir a
lo más profundo del mar para encontrar nuevamente el impulso que hará que subas
a la superficie con nuevos pensamientos, nuevas formas de respirar.
Cuando se aprende a nadar en la
vida, todo es diferente. Aprendes a hablar de aquello que duele, pero también
aprendes a tomar impulso para no quedarte en esa profundidad. Cuando
aprendes flotar, comienzas desde lejos a
ver las olas llegar y ya te preparas para realizar las braceadas necesarias,
para pasarlas.
La vida es el mar, y vos sos el buceador
en ella. Solo aprende a nadar en pleamar y en bajar.
Los recuerdos existen y no hay que evitarlos, solo hay que aprender a verlos
desde lejos cuando llegan y pasarlos, de la misma manera que el buceador,
cuando nada en tormentas o en aguas tranquilas.
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