Testigo de casamiento y muerte

Era un día más de mi vida, con mi hijo de un año, dando clases de catequesis como siempre, en esa habitación que era dormitorio de tres personas, comedor y el taller de costura de mi madre.

 Un sábado en donde siempre la misma rutina. Iniciar el día con la limpieza, para luego recibir a los alumnos.

Llegó las 17hs y como todos los sábados, debía asistir a la parroquia para la reunión de coordinadores.

 En esa reunión, tratábamos los temas que se darían en las próximas clases, las problemáticas del barrio, y si algún catequista tenía problema con el grupo o la familia de alguno de sus alumnos, debíamos darle apoyo y herramienta, para que ayude a solucionar esa situación problemática que estaba viviendo.

 ¿Por qué cuento todo esto? porque yo era la coordinadora de todo esto. O sea tenía preparación con tan solo 20 años para llevar a cabo todo esto. Tenía un grupo considerable de personas a mi cargo a parte del grupo juvenil al cual también debía ir enseñando y preparándolos para todo esto en su futuro.

 Como dije un sábado más, luego de prepararme como siempre en la semana para todo esto, era el encuentro con mis compañeros, amigos y hermanos de trabajo.

 De 17 hs a 18hs tenía el juvenil, allí tratábamos diferentes problemáticas, la mayoría se relacionaba a las adicciones o problemas de separación. Escucharlos a todos y darles guías para sobrellevar el caso y en algunos momentos, llegué a involucrarme de tal manera que pasé a ser una integrante más de esa familia para limpiar desde adentro, todo aquello que los estaba dañando.

 Después de las 18hs, venía la reunión con los catequistas, en donde me relataban como les había ido en la semana con su grupo de trabajo y para quienes hacían sus trabajos; luego les daba el temario y les enseñaba la dinámica para transmitir ese temario a sus alumnos y a las familias de sus alumnos.

Por último, venía la reunión de todos los coordinadores de la región. Allí mi función era transmitir todo lo que habíamos logrado con mi grupo en mi zona, todos los nuevos proyectos semanales y a largo plazo que teníamos programado, y en algunos momentos mi aporte como asesora de dinámica grupal a otros grupos de otras zonas con problemas de vulnerabilidad.

 Sí, así como ves; todo un trabajo en equipo, individual y con muchas responsabilidades, porque en mi caso aparte manejaba todo en una zona donde viven más de diez mil familias y a su vez tocaba otras regiones en donde la vulnerabilidad estaba a flor de piel, pero eran zona que rodeaban a mi centro principal de trabajo. Mi misión en el planeta siempre fue más allá de todo aquello que me ponían límites, pero para ello debí y sigo estudiando mucho para lograr llegar a todos los rincones más amplios del planeta.

Pero volvamos a ese sábado, tenía una gran amiga desde chica y a su vez compañera de catequesis, que los sábados después de todo, nos quedábamos en la parroquia para ver los casamientos.

 Jajajaja, con la idea de murmurar sobre los vestidos de las novias y luego volar con nuestras ilusión de cómo sería nuestro vestido y como adornaríamos la iglesia.

Antes de ir a ver las bodas, siempre mirábamos el transparente para ver si había algún conocido del barrio. Pero ese día y toda la semana, no tuvimos tiempo de leer el informe de los casamientos. Así que como siempre, salimos igual, pero con ese objetivo que teníamos como tradición.

 Nos sentimos en la primera hilera del lado izquierdo de la parroquia, allí nos poníamos siempre, los que trabajábamos en diferentes áreas de la parroquia.

Cuando mientras, tenía la cabeza agacha, hablando muy entusiasmada con mi amiga y otros vecinos, de pronto me dicen:

- Mónica, ¡mira quien es el novio!

 Levanto mi cabeza y en ese escalón del altar estabas vos y tu mamá, esperando a que ingresara quien sería tu esposa.


Primero me sentí engañada que sumada a las otras tantas, una más que me hacías. Tan solo había pasado 3 días en el cual me hablaste para ver como arreglábamos lo nuestro, por nuestro hijo. Yo como una ingenua, porque siempre busco todo lo bueno, te abrí nuevamente esa puerta.

Pero hubo otro impulso en ese momento de rabia que me llevo a hablar con el sacerdote de ceremonia, que se estaba poniendo su toga, y le dije


- Padre Pisolato, usted siempre me insistió en saber quién era el padre de mi hijo, y yo me lo callé. Ahora usted lo va a casar.

- Mónica, pero… yo no puedo hacer nada ahora, solo vos o él deben decidir esto.

- No se haga problema padre, él decidió esto… de mi parte lo acepto, el resto queda en manos de Dios.

Esa ceremonia, fue atípica. El sacerdote 3 veces preguntó si había alguien en el lugar que se opusiera… Pienso que esperaría que yo hable, pero me callé, porque supe respetar la decisión y parte de amar es aprender aceptar, no podía ir en contra a lo que siempre enseñé para no esclavizar a otros.

 

Luego le preguntó dos veces a él si aceptaba como esposa…, hasta que dijiste

- Si! acepto

 Ese círculo se había cerrado, esa historia, había terminado. Salimos como en todos los casamientos, esperamos en la entrada de la iglesia a los novios y en ese momento, primero me acerqué a ella

 - Felicidades!

y el beso de judas como le llamo yo, a aquellos besos que se dan por protocolo, y no vienen del corazón.

Luego me acerqué a vos:

- Felicidades!, te libraste de mí.

Y fue mi último beso, de despedida.

 Con mi amiga, partimos de ahí; porque no quise ver los demás casamientos, venían después. Cuando cruzábamos la plaza que hay entre la iglesia y mi casa; de pronto apareció tu mejor amigo, y “amigo” mío, porque éramos todos de la misma barra de la cuadra que nos conocíamos desde pequeños.

- ¡Mónica!, espérame que te acompaño

Me reí, cuando oí eso, “te acompaño”

 Se paró a la par mía y me dijo

 - Jorge me mandó que te acompañe hasta tu casa, para que no cometas una locura.

- Jajaja, dile que para mí siempre está la vida primero, si en algún momento quise morir, ya fue y él sabe cuándo. Ahora ya eligió su camino, yo debo hacer el mío.

Caminó unos metros más a la par mía y de mi amiga.

 - Anda!… al casamiento, que yo la acompaño. Mónica está decidida en todo lo que te dijo, no tengas miedo. Dile que se quede tranquilo.

Tu amigo se paró, me miró a los ojos y vio que no me corría ni una lágrima, porque había aceptado la derrota.

 En ese momento fui testigo de tu casamiento y testigo de la muerte de ese amor que te tuve.

#amor #odio #desesperación #casamiento #engaño #traicion

Todo esto me invadió, y hoy en el recuerdo creo que todavía algo no se terminó. No sé que es, pero es como que hay algo todavía por decir a pesar de que ya pasaron casi treinta y siete años. 


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